miércoles, 26 de marzo de 2008

Andando se hace camino





Vivimos en una sociedad urbana en la que el ciudadano se convierte en algo más que el espectador, y todo ello gracias a la sobredosis de información. Vamos a aprovecharnos pues de ello, convirtámonos desde hoy mismo en el denunciante, en el reportero que capta con su cámara digital incorporada en el teléfono móvil aquello que merece ser contado.
Día a día, centenares de blogs recogen pedacitos de vidas anónimas, millones de preguntas y por qué no, millones de denuncias. Dicen las malas lenguas que en España se practica libremente la cultura de la queja, así pues, sin que sirva de precedente, esta puede ser constructiva, aunque las fotografías que mostremos en nuestras denuncias "bloggeras" no siempre lo van a ser tanto.

Un día cualquiera, entrada la tarde, hacemos uso de nuestra conciencia humana solidaria con el medio ambiente y nos dirigimos hacia los contenedores de reciclaje de basura habilitados por el ayuntamiento. Lamentablemente no todos los ciudadanos están dotados de tal conciencia del reciclaje, así que nos toca lidiar de manera quijotesca con montañas de cajas de cartón sin plegar que obstruyen esos maravillosos contenedores soterrados. Por si fuera poco hay quien, además de obturar los contenedores o que al encontrárselos atascados, concluye su hazaña dejando sus bolsas de basura y demás desperdicios a modo de adorno alrededor del contenedor, como bien muestra la fotografía. Pero hay más, hay algo aún peor que dejar los deshechos en forma de ofrenda a la basura urbana, lo peor son los ciudadanos que arrojan cualquier tipo de basura en el primer contenedor que ven, sea cual sea su finalidad en la cadena de reciclaje, vidrios en el contenedor de papel, papel en los de plástico o las baterías tiradas al contenedor de vidrio, ya hay que tener ganas de fastidiar, porque no es posible explicar que se realicen tales descuidos ecológicos.



Hablemos claro, cada día se producen cientos de miles de delitos ecológicos, cambios que afectan a la naturaleza y aceleran la deforestación, la sequía, el agotamiento de los recursos energéticos ... ¿descuido o mala leche? Ya es triste pensar en lo segundo, pero todo apunta a que los ciudadanos cada vez somos más irrespetuosos con esa naturaleza indispensable para el ser humano, no sólo nos estamos perjudicando a nosotros mismos, sino a generaciones venideras.

En el mundo actual, el nivel de desarrollo de un país se mide por la cantidad de residuos que produce. Pero no es menos cierto que su grado de cultura y desarrollo cívico es función del nivel de reciclado de estos residuos que genera.

Hay quien piensa que el reciclaje es un invento comercial para mantener a la sociedad de consumo ocupada, entregada a la vorágine del quiero más y lo quiero ahora pero como me sobra tanto lo tiro, pero como lo reciclo mi conciencia está limpia y puedo seguir consumiendo, por no mencionar a quien jura solemnemente que ha leído o visto en la televisión que eso de reciclar es tontería porque al final acaba todo en el mismo vertedero.

La culpa de todo (y estoy bromeando) la tiene Michael Moore
por objetar en su libro Estúpido Hombre Blanco que
los desperdicios previamente separados por los ciudadanos acababan reuniéndose con la basura tradicional en diversos puntos de EEUU, simplemente por el escaso interés estatal por el reciclaje. Dicho interés se centraría exclusivamente en la limpieza de conciencia ciudadana, que, satisfecha, se dedica a separar su basura y depositarla en bonitos contenedores de colores, dispuesta a seguir consumiendo sin parar. Tal afirmación rezuma demagogia ya que si bien el reciclaje no acaba con todos los males producidos por la contaminación, éste es indispensable, importantísimo para la conservación de la naturaleza, a día de hoy sólo tenemos un mundo y tenemos que vivir en él.

Reciclar (correctamente) es aprender a vivir, se ahorra dinero y se gana salud. Hay que ser persistentes, reeducar al ciudadano, criticar el abuso y la generación masiva de basura, consiste en ser conscientes de que los recursos del planeta son limitados.

Así pues, no queda otra opción, bueno, quedan muchas, pero nos hemos decantado por ésta, que no es otra que la de convertirnos en denunciantes y criticar esos atentados ecológicos de menor grado para algunos e intentar hacer de nuestras ciudades lugares más apaciblemente higienizados en comunión con el medio ambiente.

No hay más que decir.

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